Carlos Jiménez Torres (R.I.P.), Feliz Viaje al Valhalla.
El viernes 4 de enero, en Tepecoyo sucedió algo que me dejó muy triste, un camarada que, en muchas ocasiones saltamos juntos, nunca abrió su paracaídas durante el descenso, en postura perfecta bajó por la calle de los arcángeles, la tierra no lo perdonó y obligó a su espíritu a volver a las nubes. Su nombre era Carlos Jiménez Torres, un buen hombre, muy respetuoso, educado, honesto, buen padre de familia, buen esposo, buen hijo, buen amigo, buen camarada. El tenía una gran experiencia en el paracaidismo militar, 12 años de alta en unidades de fuerzas especiales, era maestro de salto con mucha experiencia, había estado en misiones internacionales y su bitácora de saltos agenciaba más de 300 saltos de caída libre.
El viernes yo estaba en el trabajo y no me enteré hasta que una amiga, Zoila, me llamó que acababa de ver en las noticias lo ocurrido. Sintonicé y vi con tristeza el reportaje de lo que había ocurrido. Me preocupé por su familia, por los camaradas y por lo que estuvieran pasando sus mejores amigos como por ejemplo el rigger Mario Terezón, ya que él era un entrañable amigo de Carlos.
Todos los paracaidistas sentimos un gran dolor cuando a un hermano de la seda le ocurre algo y mucho más cuando lo que ocurre no tiene retorno. Gracias a un gran amigo paracaidista, Manuel Mejía, supe que sus restos ya se encontraban en la Funeraria de la Fuerza Armada. Mi novio y yo nos fuimos para la funeraria, pensé que habría el tradicional servicio, pero aún estaban preparándolo. Sus compañeros de salto estaban allí, cabizbajos, como cuando pierdes un pedazo de tu alma, tristes pero a la vez muy fuertes. Son los guerreros de una de las unidades élite, allí estaban acompañando a su hermano que fue arrebatado en el cumplimiento del deber de todo paracaidista. Minutos después, trasladaron a Carlos hasta donde sus familiares, pregunté que dónde lo llevarían y uno de los guerreros me dijo "a Nahuizalco". Sería velado parte de la madrugada del sábado y la noche para amanecer domingo.
Al día siguiente de esta tragedia, teníamos compromiso de salto en el marco de las fiestas patronales de Santa María, Usulután, llegamos temprano a la fede y después del mediodía abordamos el avión, íbamos 8, de los cuales 5 íbamos en un avión Piper Seneca, parecido al que se accidentó hace unos meses donde fallecieron dos pilotos muy apreciados por el pueblo, el piloto que nos llevaba es la leyenda de la aviación Cap. Dárdano, quién en una ocasión aterrizó un Boeing 737 con pasajeros en en las cercanías de un río. Dárdano nos llevó en 26 minutos hasta Santa María. En otro vuelo viajaban otros 3 camaradas, viajaban en una Cessna. La idea era hacer dos "pasadas" para deleitar al público.
Yo iba con temor por lo que había ocurrido con Carlos Jiménez Torres pero en tierra decidí saltar en su memoria, para honrarlo con un gesto, con un salto, la actividad que nos hizo hermanos de la seda. El Cnl. Grijalva dio la orden de salir y todos saltamos a 6,000 pies. Abrimos los paracaídas y nos enfilamos al punto de aterrizaje. Durante el vuelo con la cúpula ya extendida, dediqué mis pensamientos al camarada para que su espíritu esté bien en el camino al Valhalla, el lugar de los guerreros.
Aterrizamos, al alcalde del pueblo nos agasajó increíblemente y nos dijo que pensó que no saltaríamos por lo que acababa de ocurrir. Un paracaidista cumple las misiones y como dice un adagio mexicano de la hermandad de la seda "aunque no quiera, aunque no pueda, aunque reviente, aunque me muera, paracaidista!!!".
Habíamos hecho planes de ir al pueblo natal de nuestro camarada a su velación del día sábado. Cuando dejamos el pueblo Santa María Usulután, comimos algo, luego el coronel Grijalva se fue con nosotros para Nahuizalco. Nos fuimos en el auto de mi novio, íbamos tres parachutes a acompañar a la familia de Carlos.
Resulta que durante el camino, nos hablaron por teléfono otros compañeros y decidieron irse con nosotros para la vela al pueblo Nahuizalco. Al llegar a este pueblo nos enteramos que la vela no era allí, entonces el coronel llamó a Terezón que sí sabía dónde era y resultó que el camarada Jiménez Torres era de otro pueblo, era de Nahuilingo y no del pueblo antes mencionado, nos regresamos, atravesamos la ciudad de Sonsonate, al llegar a Nahuilingo la gente de la PNC nos dijo dónde era exactamente, allí el otro carro que nos acompañaba decidieron regresar ya que iban para Santa Ana. Nosotros continuamos en la búsqueda de la casa donde estaba el camarada. Al fín la encontramos, ya eran las 23:00; habíamos estado buscando por mucho tiempo, pero lo logramos, pudimos estar con su familia y rendirle honor a quien honor merece.
Nos regresamos en la madrugada porque no puedo dejar solos a mis abuelitos durante tanto tiempo. Pero en nuestros corazones deseábamos estar allí a la hora de su sepelio. La última vez que lo vi fue el 15 de septiembre pasado en el estadio, allí platicamos un rato, le presenté a mi novio y estuvimos bromeando como unos 20 minutos, me contó que tenía otro hijo, última vez, ya no coincidimos en ningún lado.
Recuerdo el día en que yo hice mi salto número 100 en 2009, ese mismo día era la entrega de la misión de los Batallones Cuscatlán, nos tocó esperar la orden de despegue en el AC47T y mientras estábamos bajo las alas del avión esperando la hora, platicamos un montón todos y él le decía al cnl. Ramos que "no hay cosa que me guste más, que saltar". Despegamos, saltaron los militares en el estadio Mágico González y el grupo Fesapade nos regresamos en el vuelo para hacer el salto en la base. Ese día fue un buen salto para todos y quisiera recordarlo así, feliz, emocionado por abordar el avión, saltar, abrir su paracaídas y aterrizar. Así lo recordaré, con su sonrisa y buen ánimo, con su forma de ser amistoso y buena gente.
Recuerdo el día en que yo hice mi salto número 100 en 2009, ese mismo día era la entrega de la misión de los Batallones Cuscatlán, nos tocó esperar la orden de despegue en el AC47T y mientras estábamos bajo las alas del avión esperando la hora, platicamos un montón todos y él le decía al cnl. Ramos que "no hay cosa que me guste más, que saltar". Despegamos, saltaron los militares en el estadio Mágico González y el grupo Fesapade nos regresamos en el vuelo para hacer el salto en la base. Ese día fue un buen salto para todos y quisiera recordarlo así, feliz, emocionado por abordar el avión, saltar, abrir su paracaídas y aterrizar. Así lo recordaré, con su sonrisa y buen ánimo, con su forma de ser amistoso y buena gente.
"Un paracaidista nunca muere, sólo sube al cielo a reagruparse"
Buen Viaje al Valhalla, camarada!
Un día, cuando yo salte a la eternidad, volveremos a estar todos reunidos, Fernando Calvo, Afif Calderón, Eduardo Ramírez y Carlos Jiménez Torres también estará Recinos Hernández, haremos una bonita formación y podremos "saltar de estrella en estrella". Seremos como El Altazor. Hermanos en vida y en muerte, amigos más allá de la vida.
Carlos Jimenez Torres, antes de un salto, febrero 2009. |
Día de mi salto 100, allí aparece Carlos. Feb. 2009 |
Todos juntos, feb. 2009, cuando todos estábamos cabales. |
=(
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