Poema para el cantoncito donde crecí.
Nostalgias de Caña y Café.
Los eucaliptos de la Casona han muerto,
ya tan sólo queda su recuerdo en el viento de la tarde.
Los lagartos que dormitaban en una pila blanca,
ahora son un mito cobijado bajo flores de fuego en cada invierno.
Ya sólo sus fantasmas se pasean por la vera del río.
Ya ni el río es río,
sólo su cicatriz se dibuja en el paisaje,
sólo quedan las piedras coronadas de jazmines silvestres,
sin rastros del sonido del tren
y sus rieles están más dormidos
que los muertos.
Recuerdo El Puente de Arco,
testigo de tormentas, de cielos y de lágrimas.
Allí los niños aprendieron a vencer el miedo.
Y los adultos
lo cruzaron con el peso de los graneros
anclados en el alma.
El puente sigue allí
con su osamenta de metal y madera,
con sus espíritus y sus miedos
y con sus dos arcos enamorados del tiempo.
Recuerdo la vieja galera, una tarde se quemó
y el viento se llevó hasta la ceniza.
Recuerdo la antigua iglesia, sus sacristanes y sus atrios,
un día la tierra tembló
y se llevó sus setenta y cinco memorias
junto a las bodas de sus rezadoras.
Recuerdo el Casco de la Hacienda,
sus días de pago, las vendedoras de pan y la oficina.
La oficina era una casa bonita hecha de madera
donde mi abuelo Benedicto
trabajaba entre números
y las fieles campanadas de las horas,
donde tantas y tantas tardes,
los hombres compartieron sus enormes tortillas
hechas con sabor a manos de mujer.
Extraño la escuela. Allí mi madre enseñaba a leer.
Extraño ver el árbol de Amate que vive solitario en la colina
Y extraño correr tras las carretas y las viejas góndolas.
El Ingenio ya no existe, solo sus huellas de hierro
gritan bajo la estampa de la noche
y los cimientos ya cansados
siguen en pie, temblorosos al vaivén de los pájaros.
Vienen al alma los días de antaño
cuando el Beneficio de Café no dormía
y su graciosa sombra se dibujaba al filo de los astros.
Sus jornadas poco a poco enmudecieron
hasta volverse tan tristes
como las estatuas de los mártires.
Quisiera retroceder más de veinte años
y correr a abrazar a mis ancestros
abrazar a los que ya no respiran
Pero no me queda más que visitarlos en el viejo cementerio,
y poder limpiar las tumbas con mi cabello
quitar la hojarasca con la que el tiempo
ocultó sus nombres
y llorar.
:(
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